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Respuesta por Dr. Laura
Enfermera de Salud Mental con Doctorado y Examinadora de Enfermera de Agresión Sexual
La autoculpa es un sentimiento complejo que suele acompañar a los abusos o traumas del pasado. Puede sentirse por diversas razones. Por ejemplo, a veces los sobrevivientes sienten que su comportamiento alentó o provocó que les ocurriera daño. Otras veces, los sobrevivientes pueden culparse a sí mismos por los síntomas del trauma que arrastran después o por “no sanar lo suficientemente rápido”.
Si bien es importante ser responsables de nuestra sanación y hacernos responsables de nuestras acciones, reconoce que, sin importar lo que hayas dicho o hecho, nadie merece ser violado. No tienes la culpa de tus experiencias. No es tu culpa. Punto final.
La autoinculpación es un reflejo de las normas sociales y de los mensajes que internalizamos sobre el género y la violencia a lo largo de nuestra vida. Recibimos muchos mensajes que promueven creencias que culpabilizan a las víctimas y que pueden ser reforzadas por quienes nos rodean. La autoinculpación también se ve afectada por la forma en que nuestros amigos y seres queridos responden a nuestras revelaciones personales sobre el trauma y a las preguntas que nos hacen.
Desaprender la culpabilización es un proceso largo y complicado, ya que está arraigado en muchos aspectos de nuestra vida diaria: la sociedad en la que vivimos, nuestros círculos sociales y nuestras propias experiencias. El hecho de que te sientas culpable no significa que esos sentimientos sean ciertos.
Cuando sientas que te estás culpando a ti mismo, pregúntate si ese sentimiento es realmente apropiado. ¿Cómo le responderías a un amigo si se culpara a sí mismo por lo mismo? Muéstrate la misma amabilidad y comprensión contigo mismo.
A veces también ayuda aprender más sobre las normas sociales que refuerzan la autoinculpación. Nombrarlas y reconocer cómo se manifiestan en el mundo puede hacer que estos mensajes pierdan fuerza.
Aléjate lo más que puedas de las personas que perpetúan o refuerzan la culpa que sientes. Muchas veces, las personas que culpan a los demás llevan su propia culpa interiorizada por algo que experimentaron en su pasado.
Más del 60 % de los sobrevivientes afirman sentirse responsables de algún modo por el abuso que sufrieron. Debes saber que no estás solo, pero también que nunca eres responsable de las acciones dañinas o abusivas de otra persona. Protege tu energía y prioriza la sanación: mereces sentir paz. Sé amable contigo mismo.
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Actividad de puesta a tierra
Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:
5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)
4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)
3 – cosas que puedes oír
2 – cosas que puedes oler
1 – cosa que te gusta de ti mismo.
Respira hondo para terminar.
Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.
Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).
Respira hondo para terminar.
Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:
1. ¿Dónde estoy?
2. ¿Qué día de la semana es hoy?
3. ¿Qué fecha es hoy?
4. ¿En qué mes estamos?
5. ¿En qué año estamos?
6. ¿Cuántos años tengo?
7. ¿En qué estación estamos?
Respira hondo para terminar.
Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.
Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.
Respira hondo para terminar.
Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.
Respira hondo para terminar.