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Respuesta por Dr. Laura
Enfermera de Salud Mental con Doctorado y Examinadora de Enfermera de Agresión Sexual
El concepto de “fingir consentimiento” es un mito dañino que no tiene cabida en los debates sobre la agresión sexual. Esta idea suele utilizarse como arma para culpar a las supervivientes y excusar a los agresores. No existe tal cosa como “fingir” consentimiento. El consentimiento es un acuerdo activo, entusiasta y continuo de participar en una actividad sexual. Debe darse libremente, sin presión ni coerción, y es reversible en cualquier momento.
El mito de “fingir consentimiento” ignora la realidad de la dinámica de poder en muchas situaciones en las que las sobrevivientes pueden sentirse presionadas o coaccionadas a decir “sí” debido al miedo, los desequilibrios de poder o las amenazas. Además, este concepto dañino no tiene en cuenta las señales no verbales que son cruciales para comprender el consentimiento. El consentimiento no se trata solo de palabras; el lenguaje corporal, el tono y el contexto son importantes. Alguien puede decir “sí” mientras que su lenguaje corporal muestra claramente incomodidad o renuencia. Esto no es “fingir”: es un desajuste entre la comunicación verbal y no verbal que debería provocar un control, no una luz verde para continuar.
El término "fingir consentimiento" simplifica en exceso situaciones complejas. Los encuentros sexuales pueden ser complicados. Alguien puede dar su consentimiento inicialmente pero cambiar de opinión durante el acto, o puede quedarse paralizado y no poder expresar su incomodidad. Estas situaciones no son ejemplos de "fingir"; ilustran por qué es crucial un consentimiento continuo y entusiasta. Tal vez lo más dañino es que este mito culpa a las sobrevivientes, sugiriendo que de alguna manera son responsables de su agresión. Esto nunca es cierto. La responsabilidad siempre recae en la persona que eligió violar los límites de otra persona.
A las sobrevivientes a quienes les han dicho que "falsificaron su consentimiento" o que están luchando con sentimientos de culpa o de culpabilidad: no es su culpa. Nunca. Sus sentimientos son válidos, sean los que sean. Hay servicios de apoyo disponibles si necesita alguien con quien hablar, y no le debe a nadie una explicación o justificación por su experiencia. Recuerde: la única persona responsable de una agresión sexual es la persona que le hizo daño. Usted es creída, usted es apoyada y no está sola.
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Actividad de puesta a tierra
Encuentra un lugar cómodo para sentarte. Cierra los ojos suavemente y respira profundamente un par de veces: inhala por la nariz (cuenta hasta 3), exhala por la boca (cuenta hasta 3). Ahora abre los ojos y mira a tu alrededor. Nombra lo siguiente en voz alta:
5 – cosas que puedes ver (puedes mirar dentro de la habitación y por la ventana)
4 – cosas que puedes sentir (¿qué hay frente a ti que puedas tocar?)
3 – cosas que puedes oír
2 – cosas que puedes oler
1 – cosa que te gusta de ti mismo.
Respira hondo para terminar.
Desde donde estás sentado, busca objetos con textura o que sean bonitos o interesantes.
Sostén un objeto en la mano y concéntrate completamente en él. Observa dónde caen las sombras en algunas partes o quizás dónde se forman formas dentro del objeto. Siente lo pesado o ligero que es en la mano y cómo se siente la textura de la superficie bajo los dedos (esto también se puede hacer con una mascota, si tienes una).
Respira hondo para terminar.
Hazte las siguientes preguntas y respóndelas en voz alta:
1. ¿Dónde estoy?
2. ¿Qué día de la semana es hoy?
3. ¿Qué fecha es hoy?
4. ¿En qué mes estamos?
5. ¿En qué año estamos?
6. ¿Cuántos años tengo?
7. ¿En qué estación estamos?
Respira hondo para terminar.
Coloca la palma de la mano derecha sobre el hombro izquierdo. Coloca la palma de la mano izquierda sobre el hombro derecho. Elige una frase que te fortalezca. Por ejemplo: "Soy poderoso". Di la oración en voz alta primero y da una palmadita con la mano derecha en el hombro izquierdo, luego con la mano izquierda en el hombro derecho.
Alterna las palmaditas. Da diez palmaditas en total, cinco de cada lado, repitiendo cada vez las oraciones en voz alta.
Respira hondo para terminar.
Cruza los brazos frente a ti y llévalos hacia el pecho. Con la mano derecha, sujeta el brazo izquierdo. Con la mano izquierda, sujeta el brazo derecho. Aprieta suavemente y lleva los brazos hacia adentro. Mantén la presión un rato, buscando la intensidad adecuada para ti en ese momento. Mantén la tensión y suelta. Luego, vuelve a apretar un rato y suelta. Mantén la presión un momento.
Respira hondo para terminar.